MOTIVOS PARA EL OPTIMISMO

                                     MOTIVOS PARA EL OPTIMISMO
La satisfacción personal o colectiva, en un momento determinado, no tiene por que coincidir con el bienestar real, objetivo, medible en parámetros convencionales, Mas importante que el estado, en el presente, es la expectativa subjetiva de futuro. Yo he vivido épocas de grandes estrecheces materiales y agobios morales en las que la gente era feliz porque estaba convencida de que su tiempo futuro sería mejor. Ya lo he dicho mil veces, la felicidad es la esperanza.
Pues bien, creo que, ahora, nos está ocurriendo lo contrario y un estado de pesimismo generalizado se ha apoderado de nosotros. Pesimismo inducido, según yo lo veo, por muchos medios de comunicación que nos avasallan con noticias, comentarios y análisis derrotistas, emitidos por ciertos idearios políticos y por la omnipresente pseudofilosofía de lo politicamentecorrecto. Tenemos la sensación de que estamos mal y de que, en el futuro, estaremos peor.
Nuestro derrotismo viene de comparar con lo optimo y no con lo anterior; pero con lo anterior visto con objetividad, cosa que no se hace, pues se nos induce a magnificar y embellecer el pasado y a ver el presente y el futuro con desesperanza. También se nos lleva a fijar nuestra atención en los hechos y acontecimientos negativos eludiendo los positivos. Y se distorsiona la realidad pues, aun considerando que el ser humano es, en su imperfección, capaz de cualquier despropósito, hay mil motivos para ver el futuro con un optimismo moderado.
Aquello de que los árboles no nos dejan ver el bosque sigue siendo verdad. Yo traté de aprender, en mi vida profesional, a no dejarme influir por el día a día y a  ayudarme de gráficos que me mostraran, con “fríos números”, la marcha objetiva de las cosas. Eso me ayudaba a tomar decisiones de corrección y a no dejarme desanimar por los reveses puntuales. 
Yo animaría a contemplar las cosas así antes de dejarse llevar por estados de ánimo negativos que, advierto una vez mas, cada vez son mas inducidos. Cuando alguien me pone en cuestión el progreso del ser humano le suelo hacer la consideración de que defina que significa, para él, el proceso desde los sacrificios humanos a la Seguridad Social. Eso es perspectiva.
La situación mundial da ocasiones, de sobra, para alarmarnos continuamente si se pone el foco en las infinitas situaciones de carencia, de injusticia y de alarma; pero, si nos atenemos a los grandes números, vemos que se van rescatando de la miseria y el analfabetismo inmensos núcleos de población que, hasta hace poco, eran pasto de asoladoras hambrunas. La inevitable globalización, que produce grandes perturbaciones puntuales, tiende a homogeneizar el nivel de vida y aunque con exasperante parsimonia, a la búsqueda de fórmulas de cooperación.
Nuestra Unión Europea nos permite vivir una moderación antes desconocida y una cooperación donde antes había rivalidades fratricidas. Precisamente su nacimiento se debe al deseo de olvidar, para siempre, un pasado, de muchos siglos, en el que nos hemos triturado (sin doble significado) unos a otros. Dentro de ella, podemos debatir todo aquello que, antes, impedía vivir un segundo de paz. Podemos criticarla y nunca faltan motivos, pero está en nuestras manos reformarla. Lo que es absurdo es poner en cuestión un mecanismo de cooperación que va diluyendo, en su interior, ese sentido, exacerbado, de patria, nacido del instinto animal territorial y manantial inagotable de guerras. 
Sería suicida fracasar en este proyecto que permite a nuestros minúsculos países jugar en primera división en un mundo en que cada uno aislado sería ninguneado. En política, economía, defensa, ciencia…..
En cuanto a nuestro país, basta echar un vistazo a los últimos ochenta años para darnos cuenta hasta que punto estamos en el buen camino. Lejos ya de las alharacas imperiales y de sus nefastas y seculares consecuencias, disfrutamos del periodo mas largo de estabilidad y prosperidad jamás vivido. 
La algarabía de nuestros demonios familiares, siempre al acecho, parece, a veces, estar al borde de triunfar en su empeño nihilista de echar a pique el barco pero, hasta ahora, esa mayoría o minoría silenciosa que sigue en el surco, con todos los inconvenientes problemas y sinsabores, va saliendo airosa en el empeño de mantener el rumbo. 
¡Ah!. Y la gran noticia es que la violencia está desacreditada como nunca.  
Jesús Carasa (22-12-19) Escritor y Pintor


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