LAS INFINITAS VIDAS

@jesuscarasa
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                                                       LAS INFINITAS VIDAS
Seguro que todos hemos caído, alguna vez, en el inquietante análisis del “que hubiera pasado” si en vez de tomar una decisión en un sentido lo hubiéramos hecho en sentido contrario. O el “como hubiera sido nuestra vida” si no hubiéramos estado en aquella reunión o en aquel bar donde conocimos a nuestra pareja o nos hubieran admitido en aquella empresa en la que solicitamos empleo.
Y, quizá, hayamos caído en el vértigo de considerar que la anulación o cambio de orientación de cualquier acto casual, por nimio que sea, pudo tener una importancia transcendente en nuestras vidas, incluso haberlas cambiado por completo.
Y metiendo la directa, podemos considerar, que todas esas vidas, consecuencia de alternativas en todos nuestros actos, las vivamos, realmente, inaudita posibilidad que admiten algunos científicos tan locos como los que nos hablan de la posibilidad de la existencia de infinitos universos. 
¡Alto aquí!. Ya conoceis la drástica decisión que tomo cuando estoy en riesgo de ser arrastrado por uno de esos torbellinos sobre la nada, el infinito, el destino, el azar o el libre albedrío. ¡Me voy a sacar al perro!.
Recientemente, he visto una película muy extraña y chocante en la que se planteaban cuestiones tan interesantes como la voluntariedad de nuestras acciones o decisiones. Una de esas, ya, escasísimas películas, que no desdeñan plantear ideas importantes o trascendentes sin prescindir del necesario ingrediente del entretenimiento. Películas que, después de haberlas visto, nos hacen pensar y enredarnos en preguntas y posibles respuestas.
Trata, nada menos, que de la intervención, en nuestros asuntos, de unos seres o entes, de apariencia humana, encuadrados en una organización, rígidamente jerarquizada, cuyo origen o esencia no se desvela, que se propone dirigir el progreso de nuestra sociedad por derroteros pacíficos y ordenados mientras nosotros no estemos capacitados para lograrlo. Y han decidido aumentar la presión de su intervención, a la vista de los errores, desmanes y guerras del siglo XX.
La “tropa” de esa organización, dotada de poderes apropiados, se dedica, ateniéndose a una minuciosa planificación, a provocar o impedir esos pequeños acontecimientos, aparentemente casuales, en la vida de las personas que “administran”, que producen encuentros o desencuentros y las van encaminando al desarrollo de las vidas que les tienen pensadas y programadas con vistas a ser líderes o avanzadilla en nuestro penoso camino del mono al ángel.
El personaje protagonista de la película, está elegido y su vida minuciosamente programada, para ser Presidente de los EE.UU.; pero un error de los entes, como veis demasiado humanos, que vigilan el desarrollo de su vida y sus programados encuentros y desencuentros, hace que tope con el amor, que seria un obstáculo para el cumplimiento de su programa vital.
La organización trata de enmendar el error, pero la obstinación y habilidad del humano va burlando las trabas que le ponen y ni siquiera la intervención de niveles superiores de la jerarquía de la organización consiguen encauzar la vida del protagonista que, en uso de su libre albedrío, ha decidido elegir el amor aun a costa de su carrera política.
Al final, un alto rango de la organización, no sabemos si máximo, decide respetar su libertad de elección considerando que esta consciente decisión de preferir el amor, objetivo tan noble como su carrera política, es lo que, precísamente, se desea y se pretende de los humanos.
Pero amigos, es difícil sustraerse, después de ver la película, a la inquietante consideración del papel que juegan, en nuestra civilización, las personas vocacionales. Individuos llamados, ineludiblemente, como abducidos o programados por esa fuerza  desproporcionada y devastadora, inculcada por no se sabe quien, para desarrollar alguna actividad pionera, que arrastra tras de si a parte o toda la sociedad, entregando la vida a su obsesión aun a costa del desprecio de la felicidad, tal como los demás la entendemos y deseamos.
¿Seremos las marionetas de alguna función?.
Jesús Carasa (1-2-18). Escritor y Pintor. 

 

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