EL FOCO DE LA NOTICIA

                                                  

                                                     

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                                                            EL FOCO EN LA NOTICIA

Decidí escribir esta reflexión cuando coincidieron aquellas dos noticias: la del sospechoso Master de Cristina Cifuentes y la del video en el que la reina emérita y la actual, a la salida de la iglesia, mantuvieron una pequeña diferencia familiar respecto a la conveniencia u oportunidad de la exposición de las infantas ante los medios de comunicación. Estos se volcaron en los dos temas como si no hubiera en el mundo asuntos de mas interés. Y lo triste es que, quizá, para el público español, en esos días, no los hubo. Hasta tal punto la colocación del foco de los medios sobre los acontecimientos que ellos eligen, nos hace dar importancia a unos e ignorar o restarsela a los demás, no importa la que, objetivamente, posean.

Sobre la información que recibimos y que nos avasalla, se opina, con frecuencia y pomposamente, que hay una raya que se debe, siempre, respetar, la que separa la verdad de la falsedad. Tengo que reconocer que, en España, durante muchos años, este principio se ha respetado satisfactoriamente y que un profesional no era considerado si no comprobaba, fehacientemente, la veracidad de sus noticias. Además, la correspondiente querella podía caerle encima si no lo hacia.

Pero, sin saber como ni cuando, esta norma moral se ha venido abajo con tal abundancia y frecuencia que hace, ya, imposible la defensa de los afectados que somos nosotros. Circulan, por la corriente informativa, las llamadas “fake news”, bonito nombre que  pretende eliminar cochambre a lo que siempre se llamó bulos. Y se usan, ya, a mansalva, técnicas para desorientar al personal o para arrimar el ascua a la sardina propia, a las que se aplica, nada menos, que la cínica palabra “Posverdad, que describe la distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales, en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales”.

Por si fuera poco, se van imponiendo, cada vez mas, fórmulas mas sibilinas y menos detectables de manipulación tan eficaces como estas y mucho mas difíciles de detectar y es la relevancia que se da a las noticias, donde se coloca el foco que hace visibles a unas y deja en penumbra a otras o las oculta. Los ejemplos que he puesto lo dejan muy claro.

Pero aun hay mas. Con rapidez sorprendente, una parte cada vez mas importante de la población va dejando de lado la letra impresa, que pretende postularse como último reducto de la garantía informativa y se vuelca en Internet  donde confluyen las infinitas torrenteras formadas del deshielo de la creatividad universal que, como ya sabemos, arrastran desde agua purísima hasta lodo y cieno.

La aparición de las “redes sociales” permite, a todo el mundo, ser emisor y receptor de esa creatividad, a veces interesantísima, de información privilegiada o de ámbito privado, pero, también, de toda la mala baba que antes no tenia cauces de expresión.

La sed insaciable que incita a acudir a esas torrenteras hace que seamos cada vez mas proclives a la desinformación y a ser objetivos de intereses espurios, que encuentran allí campo abonado para colonizar nuestra cabeza, captarnos para sus intereses económicos y comerciales, endilgarnos sus idearios políticos o sociales, borrar huellas del delito propio, introducir las verdaderas o falsas del ajeno y su utilización como medio de poder, a veces hasta interviniendo, diréctamente, en las elecciones políticas del enemigo para conducirle por camino equivocado. 

Todos vamos estando en el juego. Todos somos, ya, informantes e informados. Todos tenemos a nuestro alcance ese tan ansiado minuto de gloria que nos permite salir del masivo pelotón del anonimato.

Las reglas de juego se han venido abajo. Hay mas ansiedad que nunca por estar informado y la técnica lo favorece, sin embargo estamos peor informados que nunca o nunca ha sido mas difícil estarlo bien.

Jesús Carasa (22-5-18)