LO POLITICAMENTECORRECTO (BIS)

                        

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@jesuscarasa
                                     LO POLITICAMENTECORRECTO
Penetro en campo minado.
Yo, ya escribí, hace tiempo, sobre lo “progre” o lo “politicamentecorrecto” y me apetece, ahora, intentar un pequeño análisis sobre el estado actual de esa seudoideologia o manual de comportamiento social, tratar de diagnosticar sus eventuales cambios y sopesar sus avances o retrocesos.
Exponía mi idea de que, curiosamente, la base o fundamento de su doctrina estaba en la propaganda que La URSS sembró en el campo aliado, durante la guerra fría, con el fin de debilitarle moralmente. Y lo hizo con tanta ciencia y habilidad, que, por un tiempo, hizo temer que sería capaz de contrarrestar la superioridad ideológica, económica y bélica del mundo occidental. Sus creadores tuvieron la enorme habilidad de acuñar un mensaje que consiguió gran prestigio de avanzadilla social y que sedujo, formó y/o “interesó” a intelectuales, artistas, periodistas y políticos, del campo aliado, que formaron células de penetración y expansión de gran eficacia.
Y todo ello a pesar del desastre económico y social de la URSS, cuyos ciudadanos, vivían sumidos en la pobreza y sometidos a la brutalidad de sus tiranías gobernantes, encerrados a cal y canto dentro del “telón de acero”, construido para que  no escapasen al mundo occidental y no al revés; lo que no impedía, a sus muñidores, presentar su sociedad, en occidente, con total cinismo, como el paraíso comunista. Y consiguieron que una buena parte de occidente les creyera.
Nunca olvidaré a aquellos jóvenes alemanes tendidos en la vía del ferrocarril, interrumpiendo, con sus cuerpos, el avance de los trenes que portaban misiles, regalados por el Presidente Reagan para su propia defensa, para situarlos en la frontera oriental de Alemania Occidental, y contrarrestar los que la URSS había situado en la frontera occidental de Alemania Oriental. Se les había inculcado que, con su pánfilo pacifismo, estaban contribuyendo a la paz mundial.
Hasta lograron penetrar en el mismísimo corazón de las investigaciones, norteamericanas, sobre el desarrollo de la bomba atómica, captando, allí, científicos,  para su espionaje bélico, a los que se les inculcó lo mismo.
Consiguieron, en gran medida, ningunear y desprestigiar a aquellos dirigentes  que, con decisión y claridad, les hacían frente, y colonizar, con células comunistas, difíciles de erradicar, la industria cinematográfica de EE.UU., crucial, en aquellos tiempos, para mantener alta la moral cívica de su población. Caza de brujas, se llama hoy, todavía, por algunos, al movimiento de profesionales y jueces que desmantelaron aquel entramado.
Un verdadero milagro de eficacia propagandística y ejemplo supremo del extremo al que se puede conducir a las mentes en contra de toda evidencia. La aplastante propaganda Nazi parece brutal al lado de la finura sibilina de esta operación. Increíble, pero cierto.
Acabada la guerra fría, si es que ha acabado, esa seudo filosofía, no solo no  fue abandonada sino que siguió avanzando, dentro de la sociedad occidental, cada vez con mas vigor, conservando esa aureola de rebeldía que sigue atrayendo a la juventud como una secta o religión y hace permanecer, a sus miembros, vigilantes de su acatamiento, con el celo y la intransigencia con que los neófitos y la juventud, iniciada, suele hacerlo.
A este frente se ha sumado la izquierda que, vacía de programa porque ya lo ha cumplido, convirtiendo a todo occidente en una real socialdemocracia, no duda en ponerse a favor de viento aceptando este ideario.
La presión de sus entusiastas y seguidores se ha radicalizado con la arrogancia religiosa del que se cree en posesión de la verdad, y, por todas partes, y con suma rapidez, surgen anatemas y condenas para todo el que osa, no ya oponerse, sino solo dudar de cualquier parte del credo “oficial”. Y hay un catálogo de insultos y descalificaciones oficiales que sirven para señalar la presa que ha de ser asediada: Facha, franquista, xenófobo, machista, homófobo, acosador, derechona, fascista, etc… 
Y no desdeñan llegar a la raya de la violencia o traspasarla para cortar el paso a los mas audaces por lo que muchos políticos o comunicadores miden sus opiniones, con tal precaución, que no sirven para nada.
Esa es la primera conclusión que saco de este análisis; que, ese recetario, transformado en lo que hoy se conoce como “progre” o “politicamentecorrecto” no solo no se ha debilitado, por el paso del tiempo, sino que se halla plenamente asentado y en continua expansión. ¿Quien lo mantiene vivo y lo alimenta?. ¿Por que el denominador común de todas sus recetas sigue siendo el debilitamiento moral y económico, la desunión, la confusión y la ruptura de la sociedad occidental?. Sigue siendo un misterio para mi.
Y se van socavando los pilares que, durante muchos siglos, han sostenido el edificio de nuestra sociedad occidental, sin que aparezcan otros para reemplazarlos. 
Se persigue con saña a la religión Católica, buscando, no solo erradicar su doctrina, sino manchar los fundamentos de una cultura que, se quiera o no, está en la entraña de la civilización occidental desde hace dos mil años, en lo positivo y en lo negativo. Y se busca eliminar hasta el último vestigio o símbolo de su existencia presente o pasada, faltando al respeto a las personas que viven esa religión.
Y, sin embargo, se guarda un respeto, difícil de explicar, hacia el mundo musulmán cuya fe, doctrina y comportamiento colisionan, frontalmente, con los principios que lo politicamentecorrecto dice defender.
Otro importantísimo objetivo es la familia, la clave del arco que sostiene nuestro edificio social y para cuya destrucción se libra una batalla en varios frentes.  Se pretenden desdibujar los perfiles de los sexos. Y esto, no solamente en la parte intelectual del individuo sino hasta en la física, llegando a propiciar, por increíble que parezca, su desaparición, a base de establecer una comunicación, trasvase y confusión tal, que acaben en uno solo, como lo que se consigue al mezclar diferentes líquidos por antagónicos que sean.
Se prestigia y se premia, socialmente, esa iniciativa, llegando a celebrarse, pomposamente, dedicándole un día conmemorativo, para el que se ha buscado un calificativo, no de concordia sino de prepotencia, superioridad y…. orgullo (“Exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales la persona se cree superior a los demás”).
Se fomenta la discordia entre los sexos, estableciendo entre ellos relaciones reivindicativas y de competitividad que emponzoñan y/o anulan sus roles tradicionales, sin lograr establecer otros, que aporten responsabilidad y confianza, por lo que se crea un clima de total suspicacia que es apoyado o avalado por legislaciones inapropiadas.
Se ha erosionado la relación de pareja con su consiguiente reticencia a establecer vínculos duraderos, de corresponsabilidad, y de lealtad, virtud que deja de valorarse. Todo esto ha hecho aumentar, enormemente, el número de parejas temporales y de divorcios, con el consiguiente perjuicio para los hijos que viven, muchas veces, sin la referencia plena de los padres y la familia. Y se fomenta, como mínimo, el cálculo a la hora de tener hijos, lo que hace que las familias sean cada vez mas reducidas.
Se postergan y se minimizan los derechos de los hijos y se priorizan y magnifican los de la pareja. Yo creo que la separación pueden decidirla libérrimamente, sus miembros mientras no haya hijos; pero si los hay, sus derechos pasan a primer lugar  y se deben respetar salvo en circunstancias gravísimas.
Estas situaciones se retroalimentan apoyadas en regulaciones y legislaciones sobre la relación de la pareja y de sus propiedades, que ponen en guardia a sus miembros ante la posibilidad de que el otro pueda convertirse en su peor enemigo.
Tan importante es esta batalla que, el que libra esta guerra de destrucción de la familia ha puesto al frente de su ejército a su mejor general: El Feminismo.
Este movimiento, encomiable y eficacísimo, durante el pasado siglo, en el proceso de valoración de la mujer y de su justo encaje en la sociedad, se ha transformado en un “arma de destrucción masiva” de la relación hombre-mujer, pues,  en la actualidad, sus elementos mas activos se dedican a esparcir recelos, sospechas, rivalidades y antagonismos que dificultan la relación entre sexos, pues, las noticias verdaderas o falsas, a las que dan pábulo y hacen circular, tienden a presentar a la figura masculina como un depredador sexual, como un macho dominante sin remedio, en vez de fomentar y aplaudir los comportamientos de complementariedad y colaboración que hagan posible el cambio que los nuevos tiempos hacen necesario.
Y, amigos, si la familia se destruye, el individuo, completamente desvalido, queda a merced del Estado. ¿Es esto lo que se persigue?. Pues si, ese vínculo, esa dependencia si que se busca fortalecer.
El ciudadano actual, cada vez mas, renuncia a su responsabilidad ancestral de ser el previsor de sus eventuales problemas y dificultades y a su obligación de solucionarlos o sortearlos, si estos le llegan; y vuelve sus ojos al gobierno-providencia en busca de remedio y amparo. 
Y cada vez es mas atosigante y abrumador el clamor de lo “politicamentecorrecto” demandando que es el gobierno, el Estado, el obligado a solucionar sus problemas y a establecer derechos, de la cuna a la sepultura, que le eviten esa zozobra. Y no solo derechos de juego democrático, que esos están, siempre, a nuestro alcance, sino de los que tienen respaldo económico, como si esto fuera posible en sociedades que están al albur, no solo de su propio esfuerzo y acierto, sino de la imprevisible acción de las otras naciones y su influencia en la nuestra.
Se exige del Estado que tapone todas las grietas por donde la felicidad de los ciudadanos pudiera escaparse. ¿Hay quien dé mas?. 
Se ha conseguido, afortunadamente, en nuestra sociedad, un gran desprestigio  de la violencia, que ha sido denominador común de toda nuestra historia; pero, bajo el amparo de ese plausible rechazo, se pretende que este sentimiento, actúe, incluso, frente a la defensa propia. Se sostiene que toda actitud beligerante de los otros es  consecuencia de la nuestra, por lo que el desarme unilateral propiciaría el de nuestros eventuales enemigos. Como consecuencia, se predica un pacifismo que busca anular  todo gasto en defensa, considerándolo injustificado o postergable, mientras existan situaciones de pobreza o necesidad. Y, también, se estima que toda colaboración, con nuestros aliados, en la defensa conjunta es un acto de supeditación, una abdicación de soberanía.
Se buscan aquellas ocasiones que puedan justificar una crítica a las fuerzas armadas y a las de policía, tratando de producir su descrédito, su debilitamiento y/o su inhibición.   
En fin, actitudes que conducen a una situación de indefensión, en un mundo que sigue siendo muy conflictivo y peligroso.
Se pretende ignorar el inevitable fenómeno de la globalización, que producirá graves víctimas económicas entre los que pretendan situarse al margen y que conducirá, inevitablemente, tras un largo periodo de confrontación y rivalidad,  a otro de agregación y colaboración, inevitables para resolver los problemas de ámbito mundial. Se propaga la ilusión de poder eludir este reto fomentando, por el contrario, lo local y hasta lo provinciano y, caminando hacia atrás, se apoyan, claramente, los movimientos separatistas. Se inculca en la juventud la aversión y el rechazo hacia la estimulante y enriquecedora aventura de formación y de trabajo, en un mundo que se nos está haciendo cada día mas pequeño.
Como resultado de una carencia, absoluta, de interés y de rigor, asistimos a una profunda ignorancia de la historia de España de la que se abomina, salvo del pequeño y añorado paréntesis, que nos describen como paradisíaco, de la Segunda República, alrededor del que giran todas las esperanzas de mimetizar el futuro político. Tratan de ignorar la Primera República para cuya digestión hacen falta unas tragaderas que, hasta para ellos, es demasiado pronto para predicarlas.  
En el mejor de los casos se juzgan situaciones del pasado con parámetros  éticos o democráticos de la actualidad. O se cuentan nuestras hazañas colonizadoras y expansivas, ignorando la cara, que produce tanta admiración en otros y aceptando y asimilando la cruz de la Leyenda Negra, que nuestros enemigos propagaron, como arma de guerra, y en la que se nos retrata como unos avaros, fanáticos, incultos y sanguinarios represores de inocentes  pueblos indígenas.   
Y en este marco de mala conciencia, que tratan de crearnos, consecuencia de nuestros tiempos de conquista y colonización, nos acusan de deudores de hipotecas que, todos los marginados de La Tierra, nos presentan, ahora, al cobro.
De aquí que, en el tema candente de la inmigración, se siembran mensajes tan contradictorios y confusos que es imposible, no ya llegar a acuerdos entre las diversas fuerzas políticas, sino siquiera que alguna de ellas concrete políticas de actuación razonables y eficaces.
Esto nos lleva a defender nuestras fronteras con tal pusilanimidad y ausencia de criterio que se convierten en un auténtico coladero y a exagerar nuestros gestos humanitarios hasta el punto de que, en algunos casos, pueden confundirse con acciones de colaboración con las mafias, pues se facilita, se apoya y aplaude, la inmigración desordenada, sin hacerse cargo de los problemas económicos, sociales, educativos y religiosos que, sin duda, produce.
No tenemos nada parecido a una política de integración y superados por la avalancha de los que nos asaltan, nos limitamos a sembrarlos por las ciudades para que se busquen la vida. 
Nadie se atreve, bajo riesgo de excomunión por xenofobia, a señalar el peligro, a largo plazo, de que la inmigración islámica, que no tiene la menor intención de integrarse en nuestra civilización, sino, mas bien, de que nos integremos nosotros en la suya, vaya alcanzando tal preponderancia que se convierta en un Estado dentro del nuestro. No ponemos ninguna cautela ni defensa a que nuestra olvidada experiencia de ser sometidos durante muchos siglos no se vuelva a repetir.
Somos muchos los que opinamos que la preparación de los niños y los jóvenes es, cada vez, menos exigente en España. Una y otra vez las calificaciones y clasificaciones internacionales confirman que nuestra educación es muy mediocre, lo que, en este mundo globalizado, traerá gravísimas consecuencias en el futuro.
Sin embargo, la derecha y la izquierda, nunca se han puesto de acuerdo para implantar unos planes de estudios duraderos y ambiciosos. Unos opinan que el esfuerzo al que se somete a nuestros educandos es cada vez menor y otros que es excesivo. Unos que se ha de premiar el esfuerzo y prestigiar el mérito y otros que hay que evitar traumatizar a aquellos alumnos que queden rezagados. Unos que se debe sacar el máximo partido de la capacidad de cada alumno y otros que hay que tender a la uniformidad. Unos que entienden la igualdad de oportunidades en la partida que, hoy, nadie discute, y otros en la llegada, en la igualdad de resultados. Aptitudes imposibles de reconciliar.
El futuro nos recordará esta etapa de indecisión, que mermará nuestra capacidad de inevitable competitividad en lo económico y hará visible que una verdadera democracia solo es posible con una buena educación. 
Han logrado, como durante la guerra fría, una completa colonización de las actividades artísticas de “vanguardia”, el cine y los medios de comunicación y, ahora,  de las nuevas tecnologías y las redes sociales, excavando unos cauces indelebles por donde circula su doctrina permanentemente y con plena libertad. Cauces que están custodiados por activísimos y hasta agresivos vigilantes que impiden salirse de la  estricta aplicación de las recetas politicamentecorrectas, para cada caso o cuestión, bajo la amenaza de los temidos calificativos. Ante esta situación, cada día mas, la tímida oposición se bate en retirada y si no…..la retiran, por lo que solo van quedando algunos pocos y arriesgados francotiradores de la opinión, asaeteados por  menosprecios, insultos y maledicencias de todas clases.
Se fija, machaconamente, la atención de la gente en noticias de rabiosa actualidad, de motivos escandalosos o relacionados con actividades que llevan al chismorreo y a la frivolidad y se esconden o minimizan los problemas de fondo o de gran repercusión para la sociedad y su futuro, convirtiendo la información en espectáculo.
Se presiona a la Justicia para que, en el tratamiento a la delincuencia, dé prioridad a su misión de reinserción, atemperando la de castigo, pues se encuentra, siempre dispuesta a disculpar a la delincuencia común que seria consecuencia de la malformación de la sociedad. El individuo, del que se tiene un concepto rousoniano, se inclina al mal contra su naturaleza y llevado por la injusticia de la sociedad. Por este camino llegamos a contemplar penas, que escandalizan por su levedad, impuestas a delitos monstruosos, atemperadas, además, por permisos y alivios. Y se forman corrientes de opinión en contra de legislaciones que introduzcan penas que resulten ejemplares y traigan justicia a las víctimas.
El desprestigio del ahorro, del mérito y del esfuerzo propio con la sospecha hacia todos aquellos que acumulan mas riqueza que uno mismo (Los ricos). Se ofrecen a la gente ideas económicas irreales y se reclaman derechos de forma ilimitada, como si la riqueza de un país fuera un bien silvestre y no necesitara cultivo. Se olvida la preocupación por aumentarla para que pueda revertir en mas individuos y de forma mas cuantiosa, pues lo que se propicia es la redistribución justiciera y permanente, hasta llegar a la imposible y negativa igualdad.
La propiedad privada, otra de las columnas de nuestra sociedad, que se va erosionando lenta, pero inexorablemente. 
Los continuos y duplicados impuestos sobre las propiedades, el apoyo indecente al movimiento Okupa, el aplauso al impago de las hipotecas a los “rapaces” bancos y de los alquileres a los “acuciantes” propietarios.
El castigo a los ahorradores, llamados, ahora, especuladores y, por lo tanto, acosados a impuestos.   
Una idea de la ecología que renuncia a investigar la forma de integrar, entre sus loables y necesarias medidas, alternativas y soluciones que logren mantener el desarrollo económico, que debe y puede ser irrenunciable para esta pobre humanidad nuestra. Las propuestas ecológicas actuales, parten de la idea de que, lo mismo a nivel local que general, el estado de la naturaleza es inmejorable y que cualquier acción del hombre va en su detrimento y perjuicio. De aquí que, continuamente, enfrenta, la preocupación ecológica al progreso material.
Una actitud de adanismo que diviniza el cambio (EL CAMBIO), como la mejor solución a todos los mecanismos de funcionamiento de la sociedad sobre los que ha sembrado una arrogante sombra de sospecha y negatividad.  Y se propone y se consigue el cambio por el cambio de costumbres y criterios en un sentido que parecía impensable.
Tratan a nuestra cultura, literatura y arte, con la misma indiferencia y menosprecio, que a nuestra historia, con los únicos islotes, teñidos de ideología, de El Guernica y Garcia Lorca, como si no hubiera, en nuestra rica cultura, otras obras maestras que considerar. 
Y cuando no interesa que se hable de algún asunto o problema, por muy importante que sea, se barre debajo de la alfombra y se silencia. Es el caso del aborto, una de las mayores chapuzas de nuestra sociedad, cerrado al debate y abierto a toda irresponsabilidad. De la prostitución, que deja a montones de niñas en manos de canallas, sin que el feminismo rechiste, o el meganegocio de la droga que ha pasado de pequeños alijos en el fondo de maletas a bodegas en barcos de respetable tonelaje. Y tantas cosas mas.
Es difícil pensar que este movimiento funciona solo y sin propósito, que se alimenta de si mismo, pero considerar, como hipótesis, que alguien lo manda y lo ordena, incluso por encima de los que creen que lo mandan y ordenan, abre un torrente de interrogantes que produce vértigo.
Durante muchos años no ha habido ninguna reacción, digna de tal nombre, ante este complejo entramado de recetas, que se nos imponen como actitudes y soluciones a  los complejos problemas que tenemos, ante la perturbación de los roles de relación entre individuos y de los estamentos que tratan de mantener en orden a la sociedad y que esta, ha ido elaborando, a lo largo de los siglos. Pero, últimamente, se ve a ciertos líderes políticos, tratando de desmontar, con sus opiniones y/o acciones, este estado de cosas. Y partidos que, cuando alcanzan el poder, local o general, tratan de establecer pautas o normas, que den poder a los ejecutivos que manejan, para salir del marasmo de normas archi-mega-ultra-democráticas que se oponen unas a otras e impiden llevar a cabo acciones o planes que agilicen la sociedad y la lleven al progreso. Naturalmente, estos líderes, partidos, organizaciones y gobiernos son adjetivados con los apelativos habituales. 
Ultimamente, se ha puesto de moda el de Populista para denominar y descalificar a todas aquellas acciones inconexas y en múltiples direcciones pero que pretenden salirse del carril trazado. Estas organizaciones y otras, muy individualizadas, suenan, a veces mas extemporáneas cuanto mas valientes, tal es el viento que nos arrastra a todos, a no se sabe donde.
El resultado al que llego tras este pequeño análisis es muy negativo y pesimista. Efectivamente hay un avance, enorme, en la impregnación de la sociedad occidental en esta doctrina. Grandes capas de esta se asemejan, ya, penosamente, a un sumiso rebaño guardado por un pastor eléctrico que, con pequeñas descargas, lo mantiene donde se desea. Y digo pequeñas descargas pues este movimiento avanza, tal como yo lo veo, sin alarmar a los que son conducidos, que lo hacen incluso con satisfacción, pues estos planes no parecen incluir ningún tipo de violencia sino llevar a la sociedad a una dulce y tontorrona decadencia. Ya sabeis, lo que se nos recomienda hacer para cocer a las langostas sin que suponga excedernos en su inevitable tortura, hacerlo aumentando gradualmente la temperatura. 
Y como en los tiempos de la guerra fría, es imposible pensar que este progreso se produce espontáneamente, sin ninguna cabeza que lo active, lo ordene y lo dirija. ¿Pero quien lo hace?. No se contestar. Con lo que he escrito hay bastante para que se me considere, como se dice, ahora, un conspiranoico. Así será, si así os parece.


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