ADOLFO SUAREZ Y LA INSULA BARATARIA

                        ADOLFO SUAREZ Y LA INSULA BARATARIA
“¡Que error!. ¡Que inmenso error!”. Este fue el título del famoso artículo con el que Ricardo de la Cierva recibió el nombramiento de Suarez como Presidente del Gobierno, al ver como Don Juan Carlos se saltaba “el escalafón”. Quizá, El Rey, manejaba una libretilla, como aquella, legendaria, de la reina Isabel la Católica, en la que iba apuntando los nombres de eficaces segundones, que conocía durante el gobierno itinerante de su reino, a los que encumbraba a las tareas mas importantes. 
Acordaos de Cisneros, que aupado en sus andrajosas sandalias, cuando las llevaba, ponía firmes a los arrogantes y belicosos nobles. O del Gran Capitán, que enseñó a guerrear a toda Europa aunque se valía de su espada para llegar a ciertas alturas vedadas a su escasa estatura. O de aquel soñador que pretendía llegar al mismo sitio que los otros navegando en dirección contraria. Pues bien, Suarez era otro de esos segundones.
Lo repito una vez mas, la intención de Cervantes, en su genial libro, fue diseñar a los dos españoles mas prototípicos, enfrentarlos a los mismos hechos (aventuras) y analizar sus reacciones. Y no nos engañe el título, en El Quijote hay dos protagonistas. Se quiere hacer de Don Quijote nuestro héroe, nuestro ideal; pero el libro no da motivos para ello y hasta Sancho, en su infinita lealtad, es consciente de  la superioridad intelectual que le proporciona el sentido de la realidad y el del cuidado de las alforjas, de los que su amo carece.
Y, como recordaba en mi artículo “Cuerda de presos catalanes”, hay en El Quijote, situaciones que se parecen, como no, a vivencias nuestras. Otra de tantas es la del gobierno de la Insula Barataria cuyo protagonista es, exclusivamente, Sancho y que se parece tanto al breve mandato de Suarez. 
La ínsula de Barataria es el señuelo que Don Quijote emplea, reiteradamente, cuando el celo de Sancho flaquea ante tanto descalabro y con el que todos los quijotes tienen engatusados a los sanchos, a lo largo de la historia de España. Pero Sancho no se arredra y le advierte a Don Quijote que, si llega la ocasión, él sabrá estar a la altura. 
Cervantes imagina una situación para analizar como un Sancho, los Sanchos, se comportarían en situaciones excepcionales. Y hay que tomar buena nota de los detalles de la fábula pues en ellos se ven, claramente, las ideas de Cervantes.
Sancho acepta el gobierno de la ínsula con plena determinación y clara consciencia, aunque con dudas sobre su duración. “Si me dura el gobierno (que no durará según se me trasluce)…”. Cervantes conoce bien las dificultades a las que se enfrenta un advenedizo.
Para empezar, deja boquiabiertos a todos al rehusar el tratamiento de Don: “Pues advertid, hermano, que yo no tengo Don, ni en todo mi linaje lo ha habido”, aunque…. “yo imagino que en esta ínsula debe haber mas dones que piedras”. 
La primera broma es proponerle impartir justicia….”que yo responderé lo mejor que supiere, ora se entristezca o no se entristezca el pueblo”.
Sancho juzga tres casos, uno sobre comercio, otro sobre préstamos y otro sobre….falsa denuncia de acoso sexual. ¡¡¡!!!-

Y sale airoso. “Todos los que conocían a Sancho se admiraban oyéndole hablar tan elegantemente, y no sabían a que atribuirlo, sino a que los oficios y cargos graves, o adoban, o entorpecen los entendimientos”.
“Todos le querían embromar pero él se las tenia tiesas con todos”. “…y no se burle nadie conmigo, porque o somos, o no somos: vivamos todos, y comamos, en buena paz y compañía, pues cuando Dios amanece, para todos amanece. Yo gobernaré esta  ínsula sin perdonar derecho ni llevar cohecho, y todo el mundo traiga el ojo alerta y mire por el virote (acierte); porque les hago saber…que si me dan ocasión, han de ver maravillas”. 
Se gana el respeto de todos y le ofrecen “servir a vuesa merced con toda puntualidad, amor y benevolencia, porque el suave modo de gobernar que en estos principios vuesa merced ha dado no les ha lugar de hacer ni de pensar cosa que en deservicio de vuesa merced redunde”. “Ya lo creo-respondio Sancho-y serian ellos unos necios si otra cosa hiciesen o pensasen”.
“En resolución, el ordenó cosas tan buenas, que hasta hoy se guardan en aquel lugar, y se nombran Las constituciones (¡¡¡!!! ) del gran gobernador Sancho Panza”.
Y cuando se va (dimite), lo hace con toda sencillez. Y, aquí, otra extraña semejanza, por una alerta, simulada, de ataque armado (¡¡¡!!!): “Vuesas mercedes se queden con Dios, y digan al Duque, mi señor que desnudo nací, desnudo me hallo”.
El Mayordomo: “Estoy admirado de ver que un hombre tan sin letras como vuesa merced que, a lo que creo, no tiene ninguna, diga tales y tantas cosas llenas de sentencias y de avisos, tan fuera de todo aquello que del ingenio de vuesa merced esperaban los que nos enviaron y los que aquí venimos. Cada día se ven cosas nuevas en el mundo: las burlas se vuelven en veras y los burladores se hallan burlados”.
“Abrazaronle todos y él, llorando, abrazó a todos, y los dejó admirados, así de sus razones como de su determinación tan resoluta y tan discreta”.
Amigos, así va transcurriendo la historia de España en la que los providenciales, escasos, Sanchos, arreglan los descalabros que esos anacrónicos, retrógrados, despilfarradores, ilusos Quijotes van produciendo. Y….llenando las alforjas que nos dejan vacías.
Sirva este humilde escrito de homenaje, al gran Sancho, Adolfo Suarez, en el quinto aniversario de su muerte,
Jesús Carasa.  Escritor y Pintor

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