EL HOMBRE MODERNO

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                                                                   EL HOMBRE MODERNO
Llamo hombre moderno al que después de muchos cientos de siglos viviendo en estado de cazador-recolector, lleva, unos pocos, en organizaciones, mucho mas complejas, que acabaron con esa condición.
Se tiene como hecho indiscutido e indiscutible que la evolución del ser humano, como individuo y como sociedad, va, ininterrumpidamente y en todos los sentidos, a mejor; pero la lectura del libro SAPIENS de Noah Harari nos aporta consideraciones que permiten sospechar que ese transito pudiera haber sido, en cuanto a calidad de vida, en sentido histórico, una equivocación, un retroceso.
El ser humano vivió, como digo, durante muchos siglos, en pequeñas organizaciones familiares o tribales, con bases y normas muy estables, definidas y a su medida, similares a las de otros mamíferos aunque, a diferencia de estos y dado su enorme salto evolutivo, cuyas causas desconocemos, muy bien pertrechado de avances tecnológicos, que cada día nos aparecen mas sorprendentes por su cantidad, antigüedad e ingenio.
No se sabe bien como, ni donde, estas pequeñas organizaciones tribales fueron adosándose y sumándose, formando otras cada vez mas complejas. Ciudades, naciones, imperios que, creciendo de forma continuada e imparable, han desbordado nuestra capacidad organizativa.
Sociedades, tan complicadas, que exigen, del individuo, la entrega de un tercio de su vida en preparación para entenderlas rudimentariamente y poder aportarles,  el resto, en forma de participación remunerada (alquilar nuestro tiempo). Y aun se nos anuncia la necesidad del adiestramiento continuo que, la adaptación a ellas, dada la velocidad de cambio, exige. Y hablo aquí, solo, de lo que llamamos sociedades desarrolladas de hoy y dejo aparte las de tiempos en que el trabajo, la vida y la muerte de muchos eran propiedad de pocos (Esclavitud).
Hemos tenido y tenemos, sin interrupción, la tierra y la historia llenas de guerras atroces. Si la buena suerte nos ha llevado a vivir en alguna parte del espacio y del tiempo libre de ellas, siempre las tendremos próximas como vecindad o como amenaza.
Tenemos que aceptar convivir con todo tipo de lacras, corrupción, vicio y delincuencia que, en algunos países, alcanzan tales niveles que el robo y el asesinato se han convertido en una profesión si no en una diversión.
En el mejor de los casos, en las sociedades mas avanzadas, tendremos que adaptarnos a la inseguridad de nuestro futuro, imposible de prever y programar, siempre amenazados por la posibilidad de quedarnos sin nuestro medio de ganarnos la vida y tener que recurrir a la precariedad de la ayuda que podríamos necesitar.
Si tenemos la suerte de vivir en países regidos por regímenes que se puedan denominar democráticos podemos contemplar, con algún alivio egoísta, como gran parte de la humanidad, a nuestro alrededor, vive sometida a regímenes de tiranía sin poder disponer de su destino. Podemos considerar, además, que esos pequeños núcleos democráticos, son pequeñas islas en el océano de la historia.
Cada mañana, cuando nos asomamos a la información y a las opiniones nos sentimos abrumados y aturdidos por la enorme confusión mediatica que siembran multitud de personas ignorantes, sectarias, malintencionadas, equivocadas o, en el mejor de los casos que, aunque honestas, tienen que sembrar en nosotros la zozobra que justifica el éxito dentro de su profesión.
Estas pocas pinceladas bastan para desvelar el caos en el que hemos vivido siempre y nuestra permanente impotencia para imponer, después de aquel tránsito, un orden estable, que nos permita vivir con un cierto sosiego y honorabilidad. Este caos  es la historia de la humanidad.
En este tenebroso panorama vemos refulgir, afortunadamente, el inagotable talento de los héroes que, menospreciados, envidiados, odiados, utilizados, perseguidos y muchas veces descabezados, se afanan, siempre a contracorriente, en embellecer lo grosero, crear riqueza, acorralar a la enfermedad y a la miseria, aliviar el esfuerzo, denigrar la guerra y la violencia y hacer que la convivencia, desde la organización política a la buena educación sea civilizada.
Es a ellos a quienes debemos que la humanidad esté, todavía, en situación de  poder elegir entre las dos alternativas que se ven, ya, a su alcance: O la raza humana se autodestruye o busca una salida a esta etapa transitoria y se desarrolla en  indefinido perfeccionamiento. 
Quizá el futuro esté, una vez mas, en el espíritu de insaciable explorador que le ha llevado a colonizar, en la tierra, los parajes mas inhóspitos con bagaje tan precario. Quizá impulsado por este espíritu u obligado por eventuales catástrofes, provocadas o no, realice su viejo sueño de botar una nueva Arca de Noe que le lleve a colonizar nuevos mundos.  
Mi amigo Adolfo cree que yo soy de los optimistas  y hasta podría fiarme de su criterio mas que del mio, pero….yo no lo tengo tan claro. Se admiten apuestas.

Jesús Carasa, Pintor y escritor

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