AYUDAR A SANCHEZ

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                                                                 AYUDAR A SANCHEZ
Penetro en campo minado.
Yo creí que no escribiría, jamás, este artículo, pero aquí está.
La situación política, actual, de España, es muy inquietante. Los cerrojos que protegían el estabilizador juego bipartidista, han saltado y asistimos a una atomización de la representación parlamentaria que hace que el partido que gana las elecciones e intenta formar gobierno tenga muy difícil lograr la mayoría suficiente para hacerlo y si puede conseguirla es a costa de unos peajes tales que mas que gobernar acabaría siendo gobernado. 
Todos los partidos que pueden apoyar a Sánchez consideran que su apoyo es el fundamental y la aritmética permite, sarcásticamente, darles, a todos, la razón por lo que los precios que ponen a sus votos son, en el presente o en el futuro, imposibles de pagar. Imposibles porque pueden significar ridículos de imagen, abusos financieros, intromisiones en otros poderes del estado, prebendas que alteren la igualdad de los españoles, peligros para la integridad territorial o hipotecas abusivas para el futuro de la nación.
Además, en el terreno personal las envidias, las antipatías y los odios andan sueltos. Rajoy contenía, a duras penas, el afán de protagonismo de estos políticos de la siguiente generación, cuyas ambiciones chocan unas con otras. Nadie quiere colaborar para que el otro brille o destaque y mucho menos para que sea presidente del gobierno. 
La llegada de Sánchez al poder fue consecuencia del acto pirotécnico de la moción de censura, que buscaba, ansiosamente, echar de la cancha a Rajoy para ser ocupada por las ambiciones de todos sus enemigos. Pero una cosa es la conquista del poder y otra gobernar durante cuatro años.
Aunque algunos comentaristas creen a Sánchez capaz de lograr apoyos suficientes para formar gobierno, encuentra grandes dificultades y el grado de inestabilidad sería extremo. Rivera no va a verlo, Casado va para restregarle que no le ayudaría en ningún caso e Iglesias, que estaría dispuesto a votarle, pide, a cambio, posar en esa foto que a Sánchez le daría vergüenza enseñar en Europa que es, ya, el espejo donde ha empezado a mirarse. Y los separatistas le apoyarían a cambio de obtener pagos por adelantado y/o promesas imposibles de cumplir. Es mas que probable que el intento desemboque en unas nuevas elecciones que producirían un resultado muy parecido al actual.
La situación es dificilísima pero, amigos, no tanto como la anterior al pacto de La Transición, en que los odios y las rencillas contaban con muchos muertos detrás, las diferencias ideológicas estaban, todavía, en carne viva y la atomización partidista era aun mayor. Y todo sin las referencias de antecedentes que tiene la situación actual.
Tenemos, como siempre, esas ideologías que buscan el rasero de la uniformidad y que pretenden recorrer el camino del futuro mirando por el espejo retrovisor, los iluminados separatistas que se creen, en el siglo XXI, poseedores de un absurdo pedigrí que les lleva a vivir una vida “épica” y los de la patria, las banderas y los himnos; pero, también, están, como entonces, los demócratas que quieren regirse por una Constitución y unas leyes que están dispuestos a reformar pero no a ponerlas, otra vez, en cuestión y empezar de nuevo.
Es el momento oportuno para que Casado y Rivera ofrezcan a Sánchez su apoyo para salir, airosamente, del atolladero pactando el compromiso de reformar la Constitución y las leyes que permitan, de una vez por todas, poner en su sitio a los movimientos separatistas, que alteran continua y profundamente, el devenir normal de nuestra sociedad.  
Se trataría de revertir los grandes privilegios que se les concedieron, en el momento de La Transición, a cambio de una lealtad que han traicionado reiteradamente y cambiar, o anular, las leyes electorales que se diseñaron para permitirles gozar de una situación privilegiada y protagonista en la buena marcha de la nación y que ellos han usado para autoproclamarse árbitros, en los momentos electorales y actuar como oportunistas bisagras para obtener privilegios políticos y económicos. Es hora de exigirles el pago de la hipoteca que firmaron. 
No hay fórmulas ni diálogos milagrosos. El secesionismo, una vez que prende, es muy difícil de erradicar porque el sectarismo no tiene cura. Hay que hacerles llegar que con las leyes lo tendrán, siempre, muy difícil y con la fuerza imposible y esperar  la llegada de las próximas generaciones que tienen tendencia a decir lo contrario de las anteriores.
Y usar el sentido común que tan buenos réditos nos ha dado estos últimos cuarenta años. Y rápido porque esto se nos está pudriendo.
Jesús Carasa (27-6-19). Escritor y pintor 


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