LA STRADA

                                                      LA STRADA
Yo, también, estoy enredado en lo de “el cine en casa”, a la vista de la imposibilidad de satisfacer mi viejo vicio de “ir al cine” pues, en una ciudad de provincias me es imposible encontrar algo digerible en la atosigante programación habitual de “cine de palomitas”. Y es una gran pena pues es un festín ver cine en las salas actuales dotadas de una técnica perfecta. 
Después de acabar estragado en un decepcionante primer intento, al suscribirme a uno de los suministradores mas famosos; después de acabar harto de empezar y no poder terminar series y películas, que tienen un envoltorio de fabricación magnífico, pero cuyos desarrollos extravagantes, sucesos insólitos y falsos personajes, cuando no inhumanos, me hacen perder el interés a la media hora de empezadas, encuentro, por indicación de un amigo, bendito seas, un suministrador con un filón de películas de “las de antes”.  En el primer intento me zampo, nada menos que OCHO Y MEDIO y LA STRADA.
OCHO Y MEDIO es, por supuesto, una buena película pero, como otras de Fellini, es una recreación entretenida y subjetiva de vivencias y recuerdos propios. LA STRADA, en cambio, es mucho mas que eso y una de mis películas favoritas.
Tenía miedo de quedar defraudado pues hacia mucho tiempo que no la veía; pero no, amigos, la he encontrado, mejor que nunca, perfecta en su sencillez y hondura.  Incluso me inquieta haber perdido agudeza en mi capacidad crítica pues no le veo  ningún defecto. Música y fotografía perfectas, también.
El cine nació con el objetivo de ser, nada menos, el séptimo Arte y, así, con esta ambiciosa pretensión, logró, en sus comienzos, muchas obras maestras. Que pena que, como estamos viendo, la pantalla, como mensajero, lo acaba banalizando todo. 
No quiero hablar de detalles técnicos aunque es imprescindible dejar constancia de que la insuperable interpretación de los tres protagonistas, certeramente bien elegidos y dirigidos, hace el milagro de que quedemos atrapados, desde la primera imagen hasta la última, en una trama de suma sencillez.
Trama que no quiero contaros, ni toda ni parte. Quiero intentar que vayáis a ver, en ella, lo que yo he visto. Tres personajes, prototípicos de otros tantos seres humanos esenciales, interactuando ante las mismas situaciones y que no pueden comprenderse ni ayudarse. El resultado es que acaban destruyéndose.
La dureza de Zampanó, un hombre primitivo, primario, de placeres animales, reacio a cualquier cambio o superación, que puede llegar al borde de cualquier brutalidad y traspasarlo sin sentir, aparéntemente, ningún escrúpulo de conciencia ni sentido de culpa y que, sin embargo, después de abandonar a Gelsomina, completamente traumatizada por la violencia asesina de su brutal compañero, siente su duro corazón atravesado nada menos que por el amor y el sentido de culpa, que terminan con él.
La inocencia de Gelsomina, vendida por su madre a Zampanó por unas monedas que, como una página en blanco, se deja escribir, por unos y por otros, acontecimientos alegres, tristes y trágicos, hasta terminar aplastada por el peso brutal de una vida que no puede soportar. 
Los dos se ven inquietados, atraídos o repelidos por la alegría de vivir de Il Matto (El Loco), personaje que acerca a sus vidas la tentación de la aventura, la imaginación, la creatividad, el riesgo y la interpretación de la vida como un viaje sin propósito ni premeditación. Todo lo que para Zampanó resulta insoportable y para Gelsomina tentador. La pobre se ve, en su inocencia, luchando entre la fidelidad a su dueño y la libertad.
Es una peripecia conmovedora, que se nos ofrece redonda en la perfección de su argumento, al que no le sobra ni le falta una escena, llevada a cabo por tres actores que alcanzan, aquí, un nivel sublime dirigidos por un Fellini, en su obra maestra, que ya es decir.
Es una película que hasta me hace pensar que el cine en blanco y negro se ha enterrado demasiado pronto y que, quizá, podría coexistir con el inevitable  predominio del color.
Jesús Carasa (26-8-19) Escritor y Pintor

    

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